Conforme el término RSE o empresas socialmente responsables se ha ido haciendo más popular, muchas personas en su confusión han terminado asociándolo con asociaciones sin ánimo de lucro cuyo objetivo es promover o luchar por una causa concreta, ya sea medioambiental, social o de cualquier otra índole que busque una sociedad más equitativa, justa y sostenible.

Pero también existen las empresas socialmente responsables con ánimo de lucro. Empresas que aunque buscan el mismo fin que las asociaciones sin ánimo de lucro integradas por ejemplo en la Red Aragonesa, tienen una serie de diferencias según las cuales no pueden ser consideradas una ONG. Y es que las RSE siguen teniendo como objetivo final la obtención de beneficios, ya que de lo contrario dejarían de ser rentables y su existencia como empresa junto a la de los puestos de trabajo que generan correrían peligro. En este sentido, para las empresas socialmente responsables, además de ser autosuficientes económicamente, deben tener una forma de operar que debe lograr un equilibrio entre el plano económico, social y ambiental por encima de lo que dicten las leyes.

De este modo, las empresas socialmente responsables con ánimo de lucro, además de generar beneficios, también consiguen una sociedad mejor y colateralmente se diferencian de la competencia por su forma de actuar, aumentando su valor añadido y mejorando su imagen de marca. En el otro lado de la balanza, aunque las asociaciones sin ánimo de lucro también mejoren la sociedad, dependen de subvenciones públicas, programas de ayudas o donaciones para subsistir y mantener su capacidad de operación.

Entre los campos de obligado cumplimiento de una empresa socialmente responsable destacan la producción de materias útiles en condiciones justas, una creación de riqueza eficaz y justamente distribuida, respeto a los derechos humano y unas condiciones de trabajo dignas, respeto al medio ambiente y reducción de la contaminación, cumplimiento de la legislación vigente, respeto a la ética empresarial, trazabilidad completa de su cadena de producción, ahorro de agua, eficiencia energética, lucha contra el cambio climático, mejora de la sociedad en el entorno donde se establece la empresa, implicación de los consumidores, entre otras muchas normas.

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